Entrevista al Doctor en Derecho, Javier Sierra Rodríguez, profesor de Derecho Constitucional en el grado en Seguridad.
“Una mayor profesionalización de quienes están a cargo de la seguridad permite aplicar técnicas y metodologías más perfeccionadas, así como prevenir situaciones de riesgo”.
El reciente asalto al Capitolio en Estados Unidos de América ha puesto de manifiesto la fragilidad de las democracias y demostrado que estamos en un mundo lleno de amenazas. Nuestros profesores del Grado de Seguridad Pública y Privada de opinan sobre ello.
Javier Sierra Rodríguez, Doctor en Derecho Público y Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Murcia. Está ligado a la docencia universitaria desde hace más de diez años y en la actualidad es profesor de Derecho Constitucional en ISEN y de Sociología en la Universidad de Alicante.
¿Cómo valora los acontecimientos ocurridos en torno a esta noticia y cómo cree que pueden afectar a la seguridad nacional e internacional?
Los acontecimientos en Estados Unidos son preocupantes porque muestran cómo en una democracia consolidada se pueden producir situaciones que pongan en riesgo el funcionamiento democrático. Al respecto, no ayudan los discursos de los líderes y de los partidos cuando tienen cierta tendencia hacia el populismo, lo que hace más proclive que las situaciones de protesta pretendan pasar por encima de las instituciones y las normas de funcionamiento democrático.
Estados Unidos ha ido perdiendo hegemonía en las últimas décadas, ha pasado de tener el predominio económico y militar a que otras naciones le hagan sombra, y precisamente estos acontecimientos contribuyen a menoscabar la imagen de EE.UU. Y esto nos afecta directamente. Hay que recordar que Estados Unidos ha estado actuando en la práctica como policía del mundo, lo que ha ocasionado que los Estados beligerantes con la cultura occidental sean más comedidos y prudentes en sus actuaciones de política exterior. En la medida en que Estados Unidos sea más débil, estaremos expuestos a más situaciones de inestabilidad por la ruptura del frágil equilibrio internacional en el que vivimos.
¿Estamos ante una revolución, un golpe de Estado, una insurrección?
Ni una cosa, ni la otra. Los acontecimientos ocurridos en torno al Capitolio de Estados Unidos no guardan todas las características que se podrían esperar de una revolución o un golpe de Estado, aunque la línea era muy fácil de ser superada en función de la reacción que hubiese tenido Trump como jefe del ejecutivo.
No ha intervenido el ejército, ni las protestas han tenido un alcance generalizado en todo el territorio de los Estados Unidos, por lo que no podríamos encuadrar la situación en los términos descritos. Pese a que los grupos de protesta iban armados, creo que otorgarle la calificación de intento de golpe de Estado o asociarlo a una insurrección del pueblo supera con creces lo que realmente fue. Lo podríamos calificar como unos disturbios violentos, con componentes civiles armados, que consiguieron paralizar la actividad parlamentaria, pero que no fueron más allá.
Pese a lo dicho, cualquier protesta como la ocurrida, corre el riesgo de ser el detonante de acontecimientos de mayor calado. No hay que olvidar que los responsables de la toma del parlamento estadounidense se autoproclamaban defensores de los partidarios de Trump, y que las circunstancias podrían haber llevado a que el propio presidente Trump, todavía en funciones en ese momento, hubiese apoyado sin paliativos su actuación y alentado a su electorado para que lo respaldase. En ese caso estaríamos hablando de un escenario muy distinto que podría haberse saldado con muchas más víctimas y con una quiebra del funcionamiento de la democracia de Estados Unidos.
¿Qué considera usted que pudo fallar en este intento de golpe?
Vuelvo a insistir en que no creo que fuese un intento de golpe de Estado, más que eso quizás era una demostración de fuerza. Trump habría tenido la capacidad de activar mecanismos de apoyo tras la toma del Capitolio que sí hubiesen permitido hablar abiertamente de un autogolpe de Estado.
Lo que sí está claro es que la seguridad estadounidense falló. Ni los servicios de inteligencia fueron capaces de adelantarse a unas circunstancias como estas, ni las fuerzas de seguridad de contener las protestas, dejando una imagen lamentable de la seguridad de las instituciones en Estados Unidos.
Este suceso histórico ¿ha puesto en entredicho el concepto de seguridad tal y como lo entendíamos?
Como mínimo debería hacerse replantear la seguridad a Estados Unidos. En la retina tenemos a Estados Unidos como uno de los países más seguros del mundo y hemos visto cómo sus instituciones son frágiles ante cualquier ataque. La sensación de debilidad ya la observamos con los atentados de la Torres Gemelas, pero en esta ocasión se ha hecho realidad lo que podríamos haber visto en alguna película de ficción.
El aprendizaje ante estos acontecimientos es que nadie está completamente seguro y que la sensación de seguridad es falsa y juega en su contra, cuando se produce se relajan los controles y la prevención. En materia de seguridad no se puede descansar.
¿Cree necesaria la formación de profesionales de cara a prevenir este tipo de acontecimientos?
Sin duda, una mayor capacitación y profesionalización de quienes están a cargo de la seguridad permite aplicar técnicas y metodologías de seguridad más perfeccionadas y actuales, así como estar más preparado para prevenir y afrontar situaciones de riesgo.
Usted es profesor del Grado de Seguridad (Menciones Pública y Privada) que se imparte en ISEN, Centro Universitario, ¿Por qué recomendaría a los jóvenes a inclinarse por estos estudios?
La preocupación por la seguridad va a ir en aumento y este campo tiene unas amplias perspectivas laborales. Pueden existir transformaciones que lleven a cambios productivos y del mercado de trabajo, pero la seguridad es uno de esos ámbitos que siempre va a permanecer latente.
Estudiar el grado en seguridad permite adquirir una especialización atractiva para el sector privado relacionado con la seguridad o donde sea necesario tener un responsable de este ámbito, pero, además, también está la posibilidad acudir en mejores condiciones a los procesos de selección y posterior promoción si se opta por el sector público.
Además, como atractivo ya no solo se trata de obtener una formación especializada en seguridad, sino que estos estudios también dotan a sus titulados de unos conocimientos de carácter pluridisciplinar y que abarcan campos como la criminología, la psicología o el derecho, entre otras materias.
El próximo mes de febrero iniciamos un programa sobre “Seguridad e Inteligencia Estratégica” ¿Cree que es apropiado para contexto político internacional que estamos viviendo?
El contexto nos muestra que la especialización en seguridad e inteligencia es más que necesaria. Ya no se trata solo de la seguridad de la vida cotidiana, sino mucho más allá por la existencia de riesgos externos. Fenómenos como el terrorismo internacional hacen necesario el establecimiento de estrategias de inteligencia que permitan su detección y la activación de mecanismos prevención y reacción. Aparte, la seguridad ya no solo afecta a lo físico, cada vez tiene más importancia el mundo digital y es imprescindible que las estrategias de seguridad abarquen todas las facetas y canales en los que se pueden producir riesgos.
Infórmate del nuevo programa, Diplomado en seguridad e inteligencia estratégica:
https://www.isen.es/diplomado/seguridad-e-inteligencia-estrategica